PÁGINA 23: PASANDO POR MI CASA EN EL CAMINO DE SANTIAGO

1/5/19


ETAPA 9: NÁJERA / GRAÑÓN. 27km
Esa mañana decidí salir más temprano que los demás del grupo. Ya me encontraría con Pedro y Andrei más adelante, o no.
Extrañaba ver el amanecer mientras caminaba, como tantas veces lo había hecho en mi primer camino, primero con mi grupo de entonces (Cécilia, Inger, Arnaud y Heike) y después con Benoît.
Asique mientras los demás planificaban salir alrededor de las 8 para llegar hasta Santo Domingo de la Calzada, yo salí a 6:30 para llegar hasta un pueblo más adelante, y el más querido para mí: Grañón.
Fué el amanecer más rosa, más naranja, más violeta, y con la luna más brillante que ví en todo el viaje. Después vendrían los extensos campos verdes con sus mantos  de flores amarillas de la zona de La Rioja en primavera.
Al mediodía alcancé mi conocido Santo Domingo, y me fuí a comer a mi bar preferido. El corazón me palpitaba al pensar en volver a Grañón, ya que cuando me fuí no pensé que iba a volver a pasar por ahí.
Asique retomé camino y empecé a recorrer esos 8km que tantas veces había hecho (aunque en sentido contrario) durante mis días de hospitalera, mientras pensaba en los sucesos del día a día en el albergue. Así iba tan ensimismada que tomé un desvío equivocado, y entonces conocí al italiano Emanuele, que me llamó exitosamente a los gritos desde el camino correcto.
Así seguí caminando con el, ya más atenta al momento presente, y le conté del albergue San Juan Bautista y de sus tradiciones.
En el último tramo nos separamos, pero  después volvimos a encontrarnos en el albergue. Allí conocí a las nuevas hospitaleras, quienes estaban empezando su quincena ese mismo día. Y cuando supieron que yo también había trabajado ahí me pidieron ayuda en varias cosas, y yo muy contenta acepté. En especial me gustó que me pidieran hacer lo que mas me gustaba a mí: guiar la reflexión nocturna de ese día, ya que aún no la habían visto.
Pero antes de eso, fuí a visitar a la gente del pueblo, a la panadería, a los bares, y mientras fueron llegando al albergue varios conocidos, entre ellos Pedro, quien se acordaba de que había hablado de Grañón cuando conversamos en Nájera.
Hicimos la cena entre todos, como de costumbre, y después fuimos al coro de la iglesia para la reflexion.
Aunque no paré en todo el día, de cierta forma sentí que descansé al pasar el día en Grañón, en ese ambiente que me era tan familiar. Aunque faltaban y se extrañaban los 3 gallegos  con quienes conviví durante la quincena de hospitalera: Antonio, Antonio y Aitor.
Con Aitor -por ejemplo- teníamos la costumbre de quedarnos al lado de la chimenea charlando después de cada reflexión, cuando los peregrinos se dormían y todo quedaba tranquilo. Esa noche, en cambio, yo era la peregrina, y él ya no estaba ahí. Entonces me fuí a dormir al entrepiso con todos los demás caminantes, lo cual también me encantó. Y ese fue otro de los tantos momentos del viaje en que no me quedó ninguna duda: para todo existe un momento.











Hasta hoy: 222,3km recorridos
SUBIR
EL CUADERNO DE COMPOSTELA Es un blog de Ana Laura Desimone. © | Maira Gall.