PÁGINA 13: SALIDA DE GRAÑÓN Y UN POCO DE TURISMO

17/4/19

Llegó el momento de descansar un poco y hacer turismo, todavía hay mucho para ver cerca de Grañón. Mi último paseo como hospitalera fue en Redecilla del Camino, a unos 5 km de Grañón y ya dentro de la comuna de Castilla y León.

Para llegar hasta ahí seguí las flechas del camino francés desde el albergue, salí del pueblo, pasé por el monolito que marca el límite entre La Rioja y Castilla y León y bajé una colina suave donde había algunas huertas por el lado derecho. Redecilla del Camino es el primer pueblo burgalés del Camino de Santiago. Tiene apenas 150 habitantes y su trazado urbano es característico del Camino. Las casas se disponen alrededor de la calle Mayor, por la que transitaban (y transitan) los peregrinos y donde se situaban ya en el s. XII dos hospitales, el de San Lázaro y el de Santa Cristina o Santa Pía.

Siguiendo el camino y caminando por la calle Mayor me encontré con la Iglesia Parroquial de la Virgen de la Calle, alrededor de la cual hay algunos cafes con los peregrinos sentados afuera mirándola. Esta iglesia fué reedificada en los siglos XVII y XVIII, conserva un conjunto de retablos y mobiliario rococó y una pila bautismal románica del siglo XII con una importante decoración escultórica.

Después de tomar el café en frente a la iglesia y dibujar, volví a Grañón para recibir a los peregrinos. En el día que quedé sola, sin mi compañera italiana, llegó el grupo más grande de la quincena: 30 personas. Si bien hubo mucho para hacer, la experiencia de los días anteriores me ayudó a organizar todo sin dudar, y además el grupo fué genial. Encontré entre ellos al músico de la noche, un venezolano con su guitarrita que tocó la música de fondo a la hora de la reflexión nocturna en la iglesia. Después de que todos hicieron su reflexión, también tocó una canción mas y, para cerrar, uno de los españoles tocó la armónica.
Ya me habían dicho, durante mi primer dia en el albergue, que cada hospitalero hacia la reflexión como mejor le pareciera. Yo al principio seguía la receta básica de empezar leyendo el salmo 145, compartir la reflexión de cada uno y cerrar con el padre nuestro. Sinceramente, la parte de la oración no la hacia porque me pareciera mejor a mi, lo hacia porque al parecer asi tenía que ser, y también cuando veía que en el grupo había gente muy creyente. Con el pasar de los días fuí restando oración y aumentando el factor personal de cada uno, ya que no todos comparten la misma religión -si es que creen en alguna-, y que lo que sí buscan todos es tener el momento para hablar de sus cosas. En ese sentido mi compañera era más estructurada, prefería seguir siempre la misma forma. Pero durante la segunda semana ella ya no venía a la reflexión, entonces empecé a hacer lo que me parecía mejor a mí. Asique siempre que hubo algún músico, tuvimos música acompañando la luz de las velas y el retablo iluminado mientras cada uno decía lo que tenía para decir en su propio idioma.


Al día siguiente llegaron los nuevos hospitaleros, Michael de Australia, Taku de Japón y Luis de España. Los tres jubilados, simpáticos y divertidisimos, ojalá los hubiese tenido de compañeros todos los dias! Pero algo es algo, y durante el día les fui enseñando el albergue y fuimos recibiendo a la gente, llegaron 25 peregrinos. Fueron ayudandome con muchas cosas y a la hora de la cena me empujaron un poquito para que dé las últimas palabras. Después, la hora de la reflexión en el coro de la iglesia. Hubo una alemana que tocó la guitarra y un español que cantó al final. Taku en su reflexión dijo -por suerte en inglés y no en japones- algo que me encantó. Dijo que recién se había retirado, que había trabajado sin parar durante 40 años, y que de ahora en adelante se iba a dedicar a hacer todo aquello que quería, y que por eso estaba esa noche en Grañón.



Esa fue mi última labor como hospitalera en el Albergue Parroquial San Juan Bautista. Ya había dejado mi habitación para los nuevos hospitaleros y entonces me fuí a dormir con los peregrinos. Saqué mi bolsa de dormir y la extendí en la colchoneta sobre el piso de madera que había limpiado esa misma mañana, me metí, subí el cierre, miré el techo inclinado en penumbras y pensé que ya no era más hospitalera, que ahora era turista, peregrina, o quien sabe que, pero que era seguro algo diferente a lo que era antes de llegar a Grañón. Creo que todo esto me quitó mucho de mi típico egoísmo, de mi desconfianza crónica. Y aunque probablemente todo eso vuelva a aparecer en algún momento, por ahora se siente distinto y mejor.
Al día siguiente dí una vuelta por el pueblo despidiéndome de la gente de la panadería y de los bares, y de los que me encontraba en la calle llamándome "Eh! Hospitalera!!" desde lejos. Entonces estuve lista (y también nada lista) para irme y venir a Logroño -una ciudad grande a 60km de distancia-  a descansar un poco y acercarme a San Sebastian para empezar mi camino del Norte.
Aún así, todavía no pude terminar con Grañón. Me invitaron a que vaya a almorzar este jueves, aunque no se bien de que se trata, ya que nadie me quiso revelar el secreto del evento.
Primero pensé en no ir, seguir con mi plan original. Pero también es verdad que vine con tiempo a este viaje para poder adaptarme a lo que el mismo viaje me vaya trayendo. Y en estas primeras semanas lo que me trajo fué gente, gente que pasó de largo y gente que no pasó de largo. Al final pensé, donde tengo que estar sino en donde me quieren? Asique acepté, y mientras tanto en Logroño estoy haciendo todo lo que necesito hoy: dormir mucho, comer en muchos barcitos,  pasear, dibujar, escribir, tomar café, y no hablar casi nada (al contrario que en mis días de hospitalera).
Esta tarde viene gente desde Grañón a visitarme en Logroño para que salgamos a pasear por el centro histórico de acá, comer pinchos, tomar los vinos de La Rioja, y mañana irnos juntos hacia Grañon para almorzar en el albergue.
Tengo muchas ganas de empezar a caminar como peregrina por la costa cantábrica, pero esto que está pasando hoy también me encanta, y hace que mi Camino hacia Santiago pueda esperar tranquilo un par de dias más.



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EL CUADERNO DE COMPOSTELA Es un blog de Ana Laura Desimone. © | Maira Gall.